La serie The Bear se ha convertido, sobre todo a raíz del lanzamiento de su tercera temporada y de los premios recibidos por la segunda, en uno de los éxitos mediáticos del momento en medio mundo. En esta serie, para quienes no la sigan, se cuentan –en un formato artístico poco habitual para una serie que por metraje podría parecer una sitcom− las vicisitudes por las que pasa el chef Carmen “Carmy” Berzatto desde que hereda un ruinoso restaurante de su hermano fallecido.
El objetivo de Carmy es crear The Bear, un restaurante de alta cocina como los otros en los que él ha trabajado. Y lograrlo contando para ello con el equipo que trabajó con su hermano u otras personas que han llegado a estar muy cerca de él, como la chef y copropietaria Sydney Adamu.
El éxito de esta serie me hacía plantearme recientemente dos reflexiones sobre nuestro sector. La primera tiene que ver con el personal: hay un momento de la serie en que, como ocurre a todos los hosteleros, Carmy busca y no encuentra personal: camareros, personal de sala, ayudantes de cocina,… El restaurante tiene que avanzar con el personal insuficiente del que dispone, lo que no siempre les permite ser eficientes. En lo referente al personal, este detalle realista se une a otro que me ha gustado mucho: la importancia que se da en la serie a todo el trato humano, al cuidado de las personas que van al restaurante, tratando de crear una experiencia personalizada y proporcionarles lo mejor mientras son sus clientes. Algo a tener en cuenta.
Me pregunto si igual que cuando se produce un gran éxito deportivo todos los niños se apuntan en masa a ese deporte −¿Cuánto subió el baloncesto en los colegios, por ejemplo, tras los primeros éxitos de la generación Gasol?− una serie como The Bear puede servir para prestigiar no solo el trabajo de cocinero estrella, por así decirlo, sino el de todos quienes trabajan en cocina y sala y se dejan el alma para que cada servicio sea un éxito. La serie refleja muy bien tanto el trabajo como la satisfacción que esto puede suponer y la necesidad de cada persona para lograr el éxito. Carmy no es más importante que ningún otro miembro del restaurante, del reparto.
Mi segunda reflexión tiene que ver con parte de el estrés que se genera en la cocina de The Bear. El restaurante no duda en invertir en buen producto y en maquinaria de cocina de alta gama pues una de las normas de Carmy es que la perfección es innegociable. Sin embargo, se trata de una cocina completamente analógica, por así decirlo.
Las comandas se toman a mano, hay una persona dedicada en exclusiva a gestionar que esas comandas van saliendo, las cuentas se siguen haciendo de manera manual y se graban después en un ordenador, etcétera.
Me preguntaba viendo la serie por qué Carmy y su equipo no digitaliza su cocina. Sin perder el factor humano, la tecnología aplicada a la hostelería puede ayudar a reducir muchos de los inconvenientes generados por la ausencia de personal, volviendo los procesos más eficientes.
La tecnología ya disponible –a la que poco a poco se va sumando la aplicación de la IA− puede ayudar además de en aspectos como los ya señalados –toma más rápida de comandas y de coordinación con cocina, facturación,…− en otros clave para los negocios hosteleros como la previsión de consumo –en la serie se lamentan por la cantidad de comida que tiran−, automatización de albaranes y pedidos, una mejor coordinación de las distintas partes del restaurante: sala, cocina, backoffice, etcétera.
Quizá por centrar la serie en el aspecto humano la serie no quiere introducir este aspecto tecnológico en la trama. Pero para quienes no tienen un negocio de ficción, sino uno de verdad, el mensaje es claro: digitaliza tu cocina y te ahorrarás mucho del estrés que padece la buena gente de The Bear. Y tu restaurante será más eficiente.