Vivimos en una época de transformación tecnológica acelerada. Los avances en medios de pago han revolucionado la forma en que interactuamos con los negocios, especialmente en el sector de la hostelería. Tarjetas, relojes inteligentes, móviles o incluso códigos QR son herramientas que agilizan la operativa, mejoran la experiencia del cliente y optimizan los procesos de gestión.

En Sighore-ICS trabajamos precisamente en eso: en integrar soluciones digitales de última generación que permiten a los negocios de restauración adaptarse a un entorno cada vez más conectado, fluido y multicanal.

Sin embargo, en este contexto de digitalización creciente, quiero detenerme un momento a reivindicar el valor del efectivo. No desde una mirada nostálgica ni contraria al progreso, sino desde una visión que busca un equilibrio real entre modernidad y accesibilidad. Porque si algo debe caracterizar a la hostelería es su vocación de servicio para todos.

El primero de los argumentos en defensa del efectivo tiene que ver con el anonimato del pago. En un mundo donde cada transacción deja un rastro, el efectivo sigue siendo una herramienta legítima para preservar la privacidad del consumidor. Esto no implica fomentar la opacidad fiscal, algo que desde Sighore-ICS combatimos mediante soluciones plenamente adaptadas a normativas como la Ley Antifraude. Hablo de la libertad de elegir cómo pagar, sin que cada café o comida quede registrado en bases de datos de terceros.

El segundo argumento, y quizá más importante en el caso español, es el de la inclusión social. España es un país con una importante población de personas mayores, muchas de ellas residentes en pequeños municipios, donde el acceso a la tecnología no es siempre tan natural como para las generaciones jóvenes. Para quienes no han tenido nunca una tarjeta de crédito o un smartphone, el dinero en metálico sigue siendo la única forma real de pagar.

Frente a jóvenes que pueden pagar con su reloj en menos de un segundo, hay ancianos que necesitan sacar con cuidado los billetes de su monedero. ¿Vamos a decirles que ya no son bienvenidos en los bares y restaurantes? ¿Que deben adaptarse o quedarse fuera?

La hostelería no puede permitirse ese tipo de exclusiones. Su esencia es ser espacio de encuentro, de acogida, de comunidad. Y eso implica garantizar que cualquier persona, tenga la edad que tenga y viva donde viva, pueda pagar como se sienta más cómoda.

Y añado dos citas del presidente de la plataforma Denaria Javier Rupérez, para que todos reflexionemos sobre el valor del efectivo: “La disminución del pago en efectivo excluye a los más vulnerables y pone en riesgo la inclusión financiera”. “Con el efectivo nadie sabe dónde estás o qué compras, con los sistemas digitales estamos controlados”.

Desde Sighore-ICS apostamos por la tecnología al servicio de las personas. Nuestras soluciones permiten integrar todo tipo de medios de pago, desde los más innovadores hasta el efectivo, con el objetivo de agilizar la gestión sin renunciar a nadie. Porque defender el efectivo no es ir contra la digitalización, es garantizar la equidad en un sector que debe seguir siendo cercano, plural e inclusivo.

Tecnología sí, pero sin perder el norte. Y el norte en hostelería siempre ha sido, y seguirá siendo, el cliente. Todos los clientes.